Leer y escribir en un mundo cambiante.*
Hubo
una época, hace varios siglos, en que escribir y leer eran actividades
profesionales. Quienes se destinaban a ellas aprendían un oficio.
En
todas las sociedades donde se inventaron algunos de los cuatro o cinco sistemas
de escritura primigenios (China, Sumeria, Egipto, Mesoamérica y, muy
probablemente, también el valle del Hindus) hubo escribas, quienes formaban un
grupo de profesionales especializados en un arte particular: grabar en arcilla
o en piedra, pintar en seda, tablillas de bambú, papiro o en muros, esos signos
misteriosos, tan ligados al ejercicio mismo del poder. De hecho, las funciones
estaban tan separadas que los que controlaban el discurso que podía ser escrito
no eran quienes escribían, y muchas veces tampoco practicaban la lectura. Quienes
escribían no eran lectores autorizados, y los lectores autorizados no eran
escribas.
En
esa época no había fracaso escolar. Quienes debían dedicarse a ese oficio se
sometían a un riguroso entrenamiento. Seguramente algunos fracasaban, pero la
noción misma de fracaso escolar no existía (aunque hubiera escuelas de
escribas).
(…)
Todos
los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no
era una profesión sino una obligación y que leer no era marca de sabiduría sino
marca de ciudadanía.
Por
supuesto, muchas cosas pasaron entre una época y otra, muchas revoluciones
sangrientas fueron necesarias en Europa para constituir las nociones de pueblo sobreaño
y democracia representativa. Múltiples transmutaciones sufrieron los primeros
textos de arcilla o de papiro hasta convertirse en libros reproducibles,
transportables, fácilmente consultables, escritos en las nuevas lenguas
desprendidas del latín imperial y hegemónico.
Los
lectores se multiplicaron, los textos escritos se diversificaron, aparecieron
nuevos modos de leer y nuevos modos de escribir. Los verbos “leer” y “escribir”
habían dejado de tener una definición inmutable: no designaban (y tampoco
designan hoy en día) actividades homogéneas. Leer y escribir son construcciones
sociales. Cada época y cada circunstancia histórica dan nuevos sentidos a esos
verbos.
*fragmentos
citados de FERREIRO, Emilia. Pasado y
presente de los verbos leer y escribir. Buenos Aires. Fondo de Cultura
Económica. 2001. Pp. 11-13.
Comentarios
Publicar un comentario